La crema de calabaza es una de mis cremas favoritas, quizás por el sabor del tomillo y el romero que me recuerdan olores y sabores de mi infancia.
Esta crema es muy fácil de preparar, y en casa gusta mucho.
El 90% de la calabaza es agua, por lo que es muy diurética, además de depurativa y digestiva; tiene muy pocas calorías y casi nada de grasa lo que la hace ideal para dietas de adelgazamiento.
Aunque en mi receta le añado nata, también se puede optar por añadirle leche desnatada y menos mantequilla, para aquellas personas que estén realizando dieta o no quieran subir de peso.
El caso es que si os habéis asomado a mi Facebook habréis visto que tengo unos cuantos kilos de calabaza de la que daré buena cuenta, realizando todos aquellos guisos, cremas o pasteles que encuentre en mi biblioteca gastronómica.
Advertiréis en la foto de los ingredientes, que la calabaza tiene personalidad. Mi marido suele pintarles caras a las calabazas para que mi hija pequeña eche unas risas. Es más divertido comerla así para ellas.
Realización de la crema:
Quitamos la piel con un cuchillo teniendo mucho cuidado, ya que la piel de la calabaza es muy dura.
Haremos tacos con la calabaza limpia, la cebolla la cortaremos en láminas y la patata la cascaremos como muestro en la foto.
Ponemos en una olla la mantequilla y, cuando esté caliente añadimos los ingredientes, rehogando unos minutos antes de incorporar el agua y la pastilla de caldo.
Cuando hayamos incorporado el líquido pondremos un poco de tomillo y romero (más sabor si es fresco), hervimos unos 20 minutos a fuego medio o hasta que la calabaza esté tierna.
Retiramos del fuego y esperamos 5 minutos antes de incorporar la nata de cocinar (yo sólo tenía de montar).
Pasamos todo por la batidora hasta conseguir una crema lisa y cremosa.
En casa a las cremas les pongo 'cuscurrones' de pan frito, y así es como termino esta deliciosa crema.
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