Desde que volví de Bélgica este verano tenía en mis tareas pendientes culinarias la realización de este plato. Los famosos moules et frites belgas, o lo que es lo mismo mejillones y patatas fritas, por que allí te lo ponen casi todo con patatas fritas. ¡Y qué patatas fritas!, deliciosas, crujientes por fuera y cremosas y tiernas por dentro, los belgas están muy orgullosos de sus patatas, y no les falta razón.
Mi marido casi se queda a vivir allí, ya que es un devorador de patatas, estaba en su paraíso. Él no es de comer muchos mejillones, prueba tres o cuatro y ya está. Sin embargo con esta forma de prepararlos he comprobado que come bastantes más. Y es que están muy buenos.
Lo mejor para mi gusto es el caldo junto con la verdura que queda en el fondo de la cazuela. He ido probando esta receta con más o menos ingredientes y al final por unanimidad ha ganado esta, que en sí es la que más nos recordaba al sabor de los que probamos en nuestra visita a Brujas. En las cartas de los restaurantes que visitamos siempre vi tres formas de servir estos moluscos, con vino blanco, a la crema y con cerveza ¡cómo no!. Iré probando a prepararlos de las otras dos formas y os las traeré en breve, seguro que también están deliciosas.
Este es uno de los platos insignia de la gastronomía belga, lo veréis en la pizarras de todos los bares y restaurantes de las ciudades belgas y no os podréis marchar sin probarlos, os lo recomiendo. Los mejillones y los gofres ¡of course!
Preparad vuestras cucharas, poned el pan sobre la mesa, que ya traigo la cazuela de mejillones bien calentita. ¡A comerrr!
Elaboración:
Limpiar los mejillones por fuera con un estropajo de aluminio, tipo Nanas.
Pelar y cortar en trozos pequeños la zanahoria así como el puerro, que lavaremos bien, para eliminar la posible tierra que traiga. Cortar también en trozos pequeños el apio y la cebolleta, como muestro en la foto.
Echar en una cazuela alta un vaso de agua, la nata, la mantequilla, la verdura picada, las pimientas, la hoja de laurel y el vino blanco. En esta ocasión he escojigo un Viña Albali Verdejo, con el que también he disfrutado más tarde de este plato. Hervir unos cinco minutos y a continuación echar los mejillones. Éstos empezarán a soltar el agua de mar que traen dentro con lo cual, no hará falta echar sal.
Hervir otros diez minutos más a fuego bajo y freír las patatas para acompañar este típico plato belga.
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