Panna Cotta de menta

La panna cotta o "nata cocida" tiene su origen en la región noroccidental del Piamonte, en Italia. Su textura se asemeja más a la de una gelatina láctea que a la de un flan y admite infinidad de sabores. Aunque lo más común es que la panna cotta se acompañe de mermeladas de frutas rojas, aportando así un contraste de sabor. Como me gusta mucho el sabor a menta pensé que también tenía que estar bueno en esta elaboración.

El sabor lácteo se une a un delicado sabor a menta y una explosión de sabor a frambuesa que no os dejará indiferentes. Podéis cambiar las frambuesas por fresas o arándanos, que son menos ácidos y estará igualmente delicioso. Su elaboración tradicional es con nata pero para quitar algo de calorías he sustituido la mitad de la nata por leche entera.

Aunque no lo había preparado antes, su elaboración es muy muy sencilla. Básicamente es calentar el líquido hasta que se disuelva la gelatina, mezclar todo y esperar a que se solidifique. Ya está, así de fácil. Un truco que tengo para obtener un desmoldado impecable es meter en el congelador unos 20 minutos antes de servir el molde en el congelador, así os aseguráis el éxito.

Para su presentación es muy aconsejable elegir un molde llamativo, yo he elegido este de Silikomart, que queda precioso. Es el modelo vértigo mini y vértigo me dió a mi de ver lo bien que desmoldaba y lo bonita que queda su presentación. Mi hija decía que parecían rosas.

Nota: El tiempo que indico de preparación no incluye el tiempo de refrigerado.

Elaboración:

Poner la gelatina en agua fría cinco minutos para que se hidrate. A continuación calentar la leche y la nata, sin que llegue a hervir y diluir en ella las hojas de gelatina escurridas.

Incorporar la nata, el azúcar y la pasta de menta concentrada.

Mover bien para que se integren los sabores y verter en el molde vértigo mini de Silikomart. Llevar a la nevera como mínimo unas tres horas. Yo lo tuve toda la noche.

Desmoldar y servir decorado con menta fresca y unas frambuesas.