Desde que viajé a Alemania hace ya unos cuantos años, fue en el verano de 2011, me enamoré de estos bollitos o 'rosquitos' de pan salados.
Tanto puesto ambulante vendiéndolos veía a diario, que al final, sucumbí y me compré uno en la céntrica Alenxanderplatz. ¡Guau! que sabor, me encantó.
En esa ocasión lo comí solo, pero pronto me di cuenta de que allí lo comen relleno de casi todo. Normalmente lo comen con queso cremoso y salmón ahumado.
Mi obsesión por estos pretzelz suaves ha llegado a tal grado que en dos semanas he hecho tres hornadas. 'Ojú', ahora he parado un poco no vaya a ser que lo aborrezcan y ya no los quieran ni en pintura.
Existen dos tipos de pretzels, los pretzels suaves, que son como bollitos de pan suave y los pretzels duros o tipo galleta, que están crujientes y son como las galletitas saladas, más o menos.
Su nombre proviene de la palabra alemana Brezel o Breze que deriva del latín bracellus que significa 'brazo pequeño', que es precisamente lo que parece, un par de brazos entrelazados.
Su sabor característico se lo da el baño en agua y bicarbonato de sodio en el que se sumergen antes de hornearlos.
La receta la encontré en el blog de
Haniela's, aunque yo he introducido masa madre que tenía en la nevera. Y el resultado me ha gustado mucho, ya que al día siguiente seguían igual de blanditos. Al tercer día, dándole un golpe de microondas también cayó el último.
Elaboración:
En una fuente grande o en mi caso en la panera de
Lékué, (en la que se puede pesar amasar y hasta hornear el pan) ponemos la harina, la sal fina, el azúcar moreno, la masa madre hecha trocitos y la levadura disuelta en el agua.
Amasamos todo bien hasta que la masa madre esté perfectamente integrada. La masa de la foto aún le falta la mantequilla.
Cuando está la masa amasada, es cuando incorporamos la mantequilla y volvemos a amasar hasta que se absorba.
Dejamos reposando la masa tapada, con un trapo húmedo o con papel film transparente, hasta que doble su volúmen, aproximadamente una hora u hora y media.
Tras el tiempo de levado vamos cortando porciones de unos 90 gr. y estirando en forma de churrito en la mesa de trabajo con las manos. Más o menos hay que conseguir un churrito de unos 60 cm. de largo. Esto os llevará algún tiempo pues la masa encoge.
Formamos los pretzels dando un giro a la masa como muestro en la foto.
Tapamos con un trapo de algodón húmedo unos 10-15 minutos.
En una cazuela ponemos el agua (un litro y cuarto) y el bicarbonato y llevamos a ebullición. Bajamos la temperatura y vamos sumergiendo los pretzels unos 10 segundos.
Sacamos a la bandeja del horno con papel de hornear y pintamos con la yema de huevo y la cucharada de agua batidas.
Esparcimos un poco de sal gorda por encima. Esto lo dejo a vuestra elección, yo hice con sal gorda la mitad de la hornada.
Horneamos a 210º C unos 10-12 minutos, depende del horno y lo dorados que los queráis.
Sacamos y dejamos enfriar en una rejilla. Cuando más buenos están es aún templados, ¡ummmm!, ¡deliciosos!
La vajilla que he usado en esta receta es la vajilla desechable Omami de
Araven.
Creo que me voy a hacer otra hornada de pretzels, hasta la próxima, !besotes!