Siempre tengo cebollas en casa, creo que en casi todas las casas encontraríamos alguna.
Muchas veces he querido hacer un quiche, sobre todo este con cebolla, por lo fácil que es. Asi que, hoy me ha parecido el mejor día para inaugurar la categoría de 'Tartas Saladas'.
Ni os imagináis cuánto lloré preparando esta receta, ¡madre mía!, hacía mucho tiempo que no encontraba unas cebollas tan irritantes.
Todo el que pasaba por la cocina me preguntaba preocupado: ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Luego, cuando se daban cuenta de que era por las cebollas, daban media vuelta y me dejaban allí llorando con mis cebollas... ¡Snif, snif!
Hace muchos años me detectaron alergia a los alimentos ricos en níquel y, entre ellos, se encuentra la cebolla. Durante años desapareció de mi dieta. Pero luego poco a poco me di cuenta que la alergia igual que me había llegado se había marchado. Pude comer otra vez cebolla y tomate y guisantes...
Aún sigo sin poder ponerme nada que lleve níquel -la reacción alérgica está garantizada-. Mi cuerpo 'serrano' sólo admite oro, ¡que le vamos a hacer!, je je.
Bueno, ya no me enrollo más y os cuento cómo hacer la quiche.
Elaboración:
En un molde para tarta con el borde rizado acomodamos la masa brisa y la pinchamos con un tenedor. Guardamos los recortes que nos sobren.
Horneamos unos 7 minutos a 180º C. Sacamos.
Con la picadora, picamos las cebollas. Batimos los huevos con la sal y la pimienta e incorporamos la nata.
En una sartén sofreímos las cebollas en el aceite unos 8 minutos a fuego medio, salamos. Esperamos a que se temple y le incorporamos los huevos batidos. Movemos bien y vertemos en la tarta.
Horneamos a 170º C durante 25 minutos. Sacamos del horno y decoramos con el queso y tiras de masa brisa que nos sobraron al acomodar la masa en el molde.
Gratinamos 5 minutos a 200º C o hasta que esté dorado por encima.
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