Sartén de salchichas de pollo con tomate

¡Qué difícil es acertar cada día con la comida que preparas para que a todos les guste! Y eso que en casa tienen la suerte de que quien cocina, o sea yo, me gusta todo. Y preparo toda clase de platos, ya sean de la cocina tradicional española o internacional. Ahora me piden cada dos por tres que les prepare fideos chinos :-(.

No sé en vuestras casas pero en la mía mi hija pequeña, lo he comentado ya en alguna ocasión, como por colores. Cuando le pongo el plato delante, lo primero que hace es inspeccionarlo de arriba abajo, a ver si hay algo que no le cuadre. -Esto tiene cosas "verdes" o "rojas" o "naranjas" y no me gusta mamá- me dice. Yo intento ignorarla, y su hermana y yo nos ponemos a comer sin oirla (demasiado), esperando que sucumba a su hambre perruna y coma sin rechistar más. Pero no, van pasando los minutos y yo voy perdiendo la paciencia. Más o menos como la mamá de Novita (de los dibujos animados) cuando no le hace caso. Sólo me falta echar humo por las orejas.

Y entonces, como colofón, va mi hija y me dice, -es que como lo prepara la abuela, me gusta más-. Ahí queda eso. Pero si yo lo hago igual que mi madre, si lo aprendí de ella. Esta niña me está tomando el pelo. Y luego cuando come en casa de mi madre va y se mete entre pecho y espalda un señor plato de garbanzos, "con todos los colores", y termina diciendo, -abuelita te ha quedado de pinta-, expresión que usa mi hija para decir que algo le ha gustado muchísimo. Entonces es cuando yo me quedo con la cara del emoticón ese con los ojos muy abiertos.

Seguro que a vosotros también os ha pasado esto ¿no?. Bueno, mientras tanto, seguiré esperando a que haga el cambio (ese que tu madre te dice que les pasa a todos los niños, pero que el tuyo parece que tarda más que nadie) y termine comiendo de todo sin rechistar.

Así que hoy les he puesto por delante esta sartén llena de salchichas de pollo con tomate (sólo había un color) y han rebañado el plato con pan hasta dejarlo limpio. Espero que os guste la receta y vuestros hijos dejen también el plato limpio :-).

Elaboración:

Cortar en juliana la cebolla y reservar. En una sartén, poner cuatro o cinco cucharadas de aceite de oliva virgen extra y dorar las salchichas. A continuación incorporar la cebolla en juliana y el ajo cortado en trozos pequeños y sazonar, así la cebolla sudará y soltará su líquido antes. Cocinar a fuego medio hasta que la cebolla torne un poco transparente.

En esta ocasión he usado tomate de bote entero pelado, pero también sirve triturado natural. Si lo tenéis entero, pues lo trituraremos antes de incorporarlo a la sartén con la batidora. Añadir la pimenta molida y la hoja de laurel. Rehogar todo junto un minuto e incorporar a continuación el vaso (250ml.) de vino blanco.

Llevar a ebullición y cocinar hasta que el líquido haya mermado a la mitad, más o menos de 30 a 40 minutos, rectificar de sal si fuera necesario. Picar el perejil y echarlo por encima antes de servir.